Historia de Amor.

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Siberia 1799 - 1823
-Ea, has ganado la carrera!. Yo le miré y pensé, desde lo más usual de su camiseta hasta, sus malos gestos de humor dibujados en su rostro mientras trataba de recuperar el aliento. No dije nada y subí hasta el primer peldaño de alambres del viejo puente. Podía ver el sol por entre las ramas del campo de la vieja "torcida", así le decimos por su lomo, pero no podía estar ahí mucho tiempo, debía terminar de buscar la llave y guardar todo.
La niña se rajó la cabeza con tres alambres sueltos. Ahora lo pienso y debí ayudarla porque sangraba mucho y estaba mareada, era muy niño y no me disculpo. Ella era quien me acompañaba a todos lados, sólo que esta vez no estaba cómodo con sus ojos verdes gigantes y curiosos. Mientras se desmallaba caminé poco a poco, dándome ínfulas de detective secreto.

Cuando me sentí cubierto tomé con ambas manos las malditas tijeras oxidadas hice un corte y comenzó a sangrar la corteza del olivo. Hice lo que me pidió y escribí "Vane y Manuel por siempre" me hice una cortada en la planta de la mano y morí a causa de la infección, pero ella, tenían que verla, mareada, casi sin aliento, caminando a pasito, rasgando su vestido para tapar mi herida. Fingí un último-aliento y me quedé inmóvil y en silencio entre sus brazos.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

QUe lindo, pero raro mi amor, no entendi el final. Pero animo ya recuperas aliento. Un besote.